El desconocimiento de cómo han cambiado los tiempos, la cultura, la ciencia, la genética y muchas otras cosas más en nuestros tiempos, ha impedido que podamos ver dónde debemos enfocar nuestra atención, hacia dónde debemos dirigir la educación de los hijos, y es mucho más frecuente de lo que imaginamos, perder de vista lo realmente importante.
Existe una generación que está creando angustia y desesperación en muchos padres de familia, se están encontrando con una situación que les deja una sensación de impotencia al no saber cómo abordar el comportamiento de los niños y adolescentes de hoy.
Niños y jóvenes más intolerantes a la violencia, al sometimiento sin una clara explicación, que les cuesta ajustarse a un medio hostil, que cuestiona constantemente los actos de sus adultos exigiendo argumentos que vayan más allá de un simple, porque “soy tu padre” o “así debe ser”, niños que requieren mayor atención en su Ser.
Estos jóvenes no quieren ser manipulados, no comprenden los actos egoístas, son extremadamente sensibles y les afecta el ruido tanto como el caos y el conflicto y su manera de expresar su rechazo frente a estas actitudes, es a través de la rebeldía, el silencio, llevando a los padres a buscar herramientas y ayudas no convencionales para comprenderlos o equivocadamente entrarlos en el sistema de la obediencia solo por tener mayor control sobre ellos.
Es aquí donde estos maravillosos seres vienen a enseñarnos a evolucionar nuestro sistema de creencias tanto en la educación como en la formación y la construcción de una sociedad a partir del amor. No son niños, son MAESTROS con la misión de hacernos ver que los tiempos cambian y que de esa forma hay sistemas de educación obsoletos que no aportan a la formación que hoy necesitan. Los padres de hoy deben aprender que su labor es abrir el camino y no esperar que sigan sus deseos, cumplan sus expectativas y realicen sus sueños no cumplidos.